Estados Unidos acaba de prorrogar por un año una orden ejecutiva aprobada por el presidente Barack Obama contra Venezuela por considerar a ese país un peligro para la seguridad de la nación más armada del mundo.
Venezuela no es un Estado nuclear, ni tiene bases militares con miles de soldados bien adiestrados y financiados cerca de la Casa Blanca o del Pentágono. Puede que algunos de sus barcos faenen fuera de los límites de las aguas territoriales estadounidenses, pero van cargados de redes y no de cohetes o bombas de profundidad y entre ellos no hay portaaviones ni destructores.
El país suramericano es un peligro para Estados Unidos igual que lo es América Latina y el Caribe en su conjunto, porque sus riquezas naturales y los resultados del trabajo de su gente ya no engrosan las cuentas bancarias de empresas norteamericanas, sino que financian los planes de desarrollo socioeconómico.